EL FASISMO
El
origen del fascismo se encuentra en la Italia de1920; este fenómeno se
caracterizó por ser un movimiento político apoyado por la clase media y la
burguesía contra las organizaciones políticas y sindicales del movimiento
obrero.
El
promotor e impulsor del fascismo fue Benito Mussolini cuya posición política
recorrió todos los campos, pero lo que realmente le permitió definirse, fue la
lucha contra el comunismo. Debido a lo anterior, encontró el apoyo económico de
los capitalistas, ya que estos, estaban también en contra del comunismo.
Para
esta época, Italia tenía una situación política muy inestable pues había una
gran intranquilidad social debido a las constantes huelgas y manifestaciones
obreras en general. El partido fascista, encabezado por Mussolini, se apodero
del gobierno en 1922 y se transformó en el partido único; disolvió a los
sindicatos y a las organizaciones
políticas; organizo el Estado Corporativo, que se caracterizaba por las
asociaciones profesionales o de producción que eran dirigidas por los
propietarios de las grandes industrias italianas; en suma, dentro del Estado estaban representados los
intereses de los trabajadores.
El
fascismo ataco, en diferentes formas a las corrientes liberales y
social-demócratas, principalmente, a las socialistas y comunistas..
El
fascismo proclamaba la benéfica y provechosa desigualdad de las clases; el
derecho de los “mejores” a gobernar; el poder de las elites para manejar los
asuntos de la colectividad; el derecho exclusivo de ellas a ocupar las posiciones
de mando; la absoluta e indiscutible superioridad del Estado representada por
la elites, sobre el individuo; los principios inviolables de la disciplina, la
autoridad y la jerarquía; la misión de “sacrificio” y “heroísmo” de las masas.
El
fascismo justificaba su absoluto poder sobre las mayorías al plantear que por
ley, los individuos y los grupos de individuos no son iguales entre si,
habiendo unos mejores –que para este movimiento eran las minorías formadas por
los grandes capitalistas italianos- y por consecuencia, debiendo estos últimos
gobernar.
De
lo anterior, se desprende –de acuerdo a la ideología fascista- el derecho de
las elites a gobernar. Pero este destino de las elites, por la propia
superioridad de estas, no implicaba solamente un privilegio, sino una mayor
responsabilidad, la suya era una tarea de “sacrificio”, y como las elites
constituían el grupo que dirigía el
Estado, de ello se derivaban dos consecuencias:
a)
debía establecerse un orden jerárquico y disciplinario inviolable;
b) la autoridad del Estado se convertía,
entonces, en un organismo superior. A su servicio quedaban subordinados los
intereses y las voluntades individuales.
Aquella
libertad y otros atributos que el liberalismo democrático respetaba como
derechos propios del hombre, -para el fascismo- no eran sino “concesiones” que,
solo bajo limitadas y especificas condiciones, da el Estado a los individuos,
siempre que esta libertad no sea perjudicial para los fines de dicho Estado.
En
general, el mundo anterior a la segunda guerra mundial fue testigo de la
aparición y desarrollo de las organizaciones fascistas, adquiriendo estas
diferentes denominaciones, en Alemania (nacional-socialismo o nazismo), en
Italia (fascismo) y en España (falangismo). Durante el desarrollo de la segunda
guerra este tipo de movimientos se consolidaron. Con la derrota definitiva del
Eje Berlín-Tokio-Roma, después de la segunda guerra mundial el fascismo perdió
fuerza y prestigio ante la comunidad internacional, y solo sobrevivió en
lagunas naciones donde llego a conservar cierta importancia; tal es el caso de
España que, sin embrago, con la caída del franquismo en la década de los
setentas desapareció y se logró implantar una organización política con un
carácter democrático.
En
la actualidad las tendencias fascistas que aparecen en las distintas regiones
del mundo, han dejado de conservar las características tradicionales con las
que nacio este movimiento en los años veinte. Por ello en el caso de los países
que padecen regímenes represivos solo es posible definirlos como dictaduras
militares.
Bibliografía
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