Como estudiaste en el bloque
anterior, varias monarquías europeas en los siglos XVI Y XVII derivaron en un ejercicio del poder
concentrado en la persona del rey, con poca o ninguna consulta a los órganos en
los que estaban representados la nobleza, el clero y –con una representación
mucho meno- la burguesía, así como la población urbana. A este tipo de
monarquías se les llamaba absolutistas.
El pensamiento de la Ilustración se enfrentó directamente a esa forma de
ejercer el poder, influyó en la manera de gobernar de los reyes y, en última
instancia, sentó las bases para establecer nuevas formas de gobierno.
El
absolutismo europeo
El
absolutismo fue el resultado de, al menos, tres causas importantes. En
primer lugar, los recientes procesos de
consolidación de las monarquías nacionales
requerían de un poder fuerte, capaz de
mantener unidos a territorios y
dinastías gobernantes que tenían una
tradición medieval de fragmentación y disputas.
En segundo lugar, pero estrecha-
mente relacionado con la situación anterior,
era preciso mediar y controlar un conflicto de origen socioeconómico, característico de las sociedades "de Antiguo Régimen":
la tensión entre una nobleza terrateniente, rica y muy influyente, y una
burguesía urbana, industrial y comercial cada vez más fuerte, con gran
necesidad de tener nuevas reglas que favorecieran su actividad. En tercer lugar, los conflictos derivados
de la Reforma protestante y la
consiguiente división producida en el seno de las sociedades y los
Estados de Europa hacían conveniente, a la vista de algunas monarquías, que el
Estado interviniera y adoptara una postura unificada, que alejara de sus
territorios los conflictos de religión.
Dos ejemplos claros y tempranos de monarquías absolutistas son los reinados de
Felipe II en España y de Isabel II en el Reino
Unido, quienes ejercieron el poder
de manera centralizada y autoritaria, aunque también con eficacia
administrativa y consecuencias favorables
a estos países en diferentes ámbitos; económico, militar y cultural.
Las
tendencias absolutistas se mantuvieron o acentuaron en España y el Reino Unido durante el siglo XVII.
En Francia, donde las guerras de religión habían creado gran inestabilidad, la primera gran
monarquía absoluta fue la de Luis XIV
(1638-1715).
Luis XIV
representa la máxima expresión del absolutismo monárquico. Reunió en sus manos todo el poder, nunca consultó a la
nobleza ni al alto clero y, en cambio, los
agasajó en su fastuosa corte. Al mismo tiempo impulsó las manufacturas, la
marina mercante y la defensa de sus territorios coloniales en América. La
solución de Luis XIV para los conflictos religiosos que habían perturbado a Francia durante un siglo fue la
imposición del catolicismo y la intolerancia hacia los protestantes.
Una muestra del poder que acumuló Luis XIV, y
quedó para la posteridad, fue el
conjunto arquitectónico de Versalles; el palacio real más rico y fastuoso de la
historia europea. La concentración del poder que tuvo lugar durante el reinado
de Luis XIV se refleja en el epíteto con el que se le conoció: el Rey
Sol; y en su idea sobre la
identificación del poder real con el Estado, en la frase que escribió;
"El bien del Estado constituye la gloria del rey".
El
absolutismo comenzó a resquebrajarse, primero en el Reino Unido, con el triunfo
del Parlamento que ponía un límite al poder de la monarquía. Asimismo fue en el Reino Unido, con la obra de John
Locke (1632-1704), que se inició esa corriente de pensamiento filosófico, político
y económico conocida como Ilustración.
La Ilustración y la
Enciclopedia
El
pensamiento de la ilustración promovía la igualdad
política, la tolerancia religiosa y la monarquía constitucional. La filosofía ilustrada sostenía que el
pensamiento racional era superior a las tradiciones heredadas del pasado; lá "luz”
de la razón permitía construir practicas nuevas y principios modernos para
organizar la vida social. Del
pensamiento ilustrado surgió la idea del "contrato social" y, en general, de la doctrina
de la soberanía del pueblo, que se
oponía a la monarquía absoluta y desconocía el poder de los reyes.
El
pensamiento ilustrado afirmaba la igualdad humana y, por lo tanto, cuestionaba el orden jerárquico que había
mantenido a la nobleza y al alto clero en una situación privilegiada. También cuestionaba
la intolerancia y la imposición de una religión a todos los súbditos de una
nación. La mayoría de los pensadores
ilustrados consideraban la felicidad humana como un fin de la política.
En
su Tratado acerca del gobierno
(1689), John Locke afirmaba que un
Estado debía tener como fundamento el consentimiento voluntario de la gente, y
sus autoridades debían ejercer el poder para proteger los derechos
fundamentales que las personas habían recibido de Dios: el derecho a la vida, a
la libertad y a la propiedad privada. El reconocimiento
del derecho a la propiedad privada tenía como consecuencia la obligación de los
gobernantes de moderar y convenir con los representantes del pueblo los
gravámenes que podían imponerse a dicha
propiedad.
Los
cambios ocurridos en el Reino Unido tuvieron gran influencia en Francia,
que se encontraba todavía bajo el poder absoluto de la Casa de
Borbón. Muchos consideran a Charles
Louis de Secondat, barón de Montesquieu
(1689-1755),
Como el padre de la
Ilustración francesa .
La
obra más importante de Montesquieu fue El
espíritu de las leyes (1748). En este libro se formuló una de las
propuestas más trascendentes para el Estado
moderno: la doctrina de la separación
de poderes en legislativo, ejecutivo y judicial. En esta doctrina estaba la
clave para evitar la conquista del poder
absoluto. Al parlamento que imaginaba Montesquieu debían integrarlo dos
cámaras: una de nobles y otra de representantes del llamado "Estado
llano'; es decir, de la burguesía o clase de propietarios que no pertenecían a
la nobleza. Otro admirador de la
transformación británica, y en especial de la obra de Locke, fue Francois Marie
Arouet, Voltaire (1694-1778). Este
gran escritor, de fina Ironía, criticó a
la monarquía absoluta, se opuso con energía a la intolerancia religiosa y a toda forma de fanatismo; por eso
se le considera uno de los primeros
defensores de la libertad de pensamiento . Entre sus inquietudes sociales destaca la crítica a las
condiciones degradantes de los esclavos.
Jean-Jacques Rousseau
(1712-1778) estaba convencido de que el hombre debía retornar a las condiciones
de bondad, sencillez y felicidad propias de su estado natural; por lo tanto, no
compartía el entusiasmo de otros ilustrados por el desa- rrollo de la
ciencia y la cultura. Sin embargo, al partir de ese ideal de
hombre primitivo, Rousseau también llegó a enunciar algunos de los principios
fundamentales de la Ilustración. En su obra más célebre, El contrato social (1762),
Rousseau plantea los principios que hoy
son reconocidos por todos los Estados democráticos: el de la soberanía popular y el de la igualdad política, es decir, que la
fuente del poder que ejercen los soberanos debe ser la decisión popular de delegarles ese poder (idealmente
por medio del sufragio), y que toda la ciudadanía
debe tener los mismos derechos.
En
la Ilustración de desarrollo un nuevo pensamiento económico. Destacan Francois
Quesnay (1694-1774), defensor del libre comercio y el desarrollo industrial, y
Adam Smith (1723-1790), quien expuso con insistencia que la clave de la riqueza
estaba en el trabajo humano y no en la tierra misma, por lo cual, la libertad
de trabajo y contratación eran fundamentales. El pensamiento económico de la
época cuestionaba los impuestos excesivos y arbitrarios, las aduanas y los
monopolios estatales.
BIBLIOGRAFIA
Balderas Vargas G 1996 la reforma y
la contrarreforma: dos expresiones del
ser cristiano en la modernidad de México. Universidad Iberoamericana. Berlín 2000. Las raíces del romanticismo, Madrid Santillana.
Braudel. F 1884. Civilización
material, economía y capitalismo siglos XV-XVlll. Madrid Alianza. Entre otros.
Carr. E.H. 1999 La revolución Rusa. DE LANINA Stalin 1917-1929 Madrid Alianza.
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